El encanto de vivir el momento presente

Y allí estábamos de pie, con frío y sueño, 30 personas que habíamos cruzado nuestros caminos.

Cada una con su historia y sus secretos. Sus vidas privadas, sus preocupaciones, sus sueños.

Allí permanecíamos atentos a la espera de ser llamados por nuestro nombre y apellido.

Un examen, que de tan simple, nos provocó a todos muchas risas.

Un motivo en común, una meta compartida: salir seleccionados para la única plaza de empleo, a la que nos habían convocado.

En el cubo azul van los papeles y los cartones.

En el amarillo: los envases tetra brick, los plásticos y las latas de gaseosa.

En el verde: la botella de vino vacía.

¿Con qué limpio una mesa de madera? Con detergente? con lavandina? con un producto para sacarle brillo a los suelos? con agua? con amoniaco?...

Yo dije... con una pizca de detergente y agua.

Mis compañeros de camino, respondieron lo mismo.

A la salida, dos de las chicas con las que había estado hablando, me invitaron a tomar un café en Nava; y de paso me acercaron con el coche hasta mi hogar.

Fuimos a una cafetería... nos ubicamos en una de las mesas y seguimos conversando, con esa confianza que nos hacía cómplices de la vida.

Lupe y Patricia, así se llaman.

Y con nuestros nombres nos quedamos, sin intercambiar ningún teléfono ni email.

Sin nada que nos comprometiera a atarnos ni a crear vínculos de amistad eternos.

Estábamos disfrutando del momento presente.

Salimos de la cafetería y nos despedimos con un "mucha suerte y hasta pronto..."

Qué paz!

Qué sensación de libertad, me provoca sentir... el poder contar con alguien,

a quien no conozco!

Dios me sorprende cada día, con sus visitas inesperadas.

Sinda