¡El cuerpo también habla! Y pide cosas, y sin abrir su boca, las pide a gritos...
Yo escuché esos gritos y tuve que parar; porque me aturdían...
Cuando sigo mi naturaleza, mi cuerpo recupera por completo su salud.
Cuando permito que las cosas sucedan, y me vacío... de repente me doy cuenta
que estoy en mi camino,
y mi alma se libera
y todo lo veo con claridad.
No soy Dios. Llevo su sangre, pero no soy Él.
No puedo abarcarlo todo. Dios tampoco puede ocuparse de todo, por algo tiene a su servicio: Santos, Vírgenes, Ángeles y Maestros...
Amo mi debilidad, porque me hace pequeña y me invita a jugar, en el parque junto a otros niños.
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