Recent Posts

19 de agosto de 2010

Doña Cata

Era ella, la que había esparcido su aroma dulce, sobre mí. Ella la que intentaba presentarse por primera vez, después de 30 años.

Recuerdo que siempre que la veía, me invitaba a su habitación, en aquella casa inmensa, en la que habitaciones sobraban; porque antes, en otra época, había sido un conventillo.

Sobre la Fotografía: Aquí estamos "casi toda la familia"; constituída por emigrantes españoles (asturianos y andaluces), italianos y argentinos. De pié al fondo, pueden ver a mi madre en el centro, mi padre y mi abuelo. Si quieren buscarme a mí, me encuentran del lado derecho, soy la primera niña de la fila. Así eran las comidas que hacíamos en aquella época, en nuestro hogar, que por muchos años, había sido un Conventillo.

Un hogar, donde los inmigrantes que llegaban de Europa, iban a vivir.

Yo también crecí en uno, que estaba ubicado en la calle Charlone 122, del barrio de Chacarita (Buenos Aires). En el presente ya no existe.

Allí vivíamos mi abuelo Andrés (andaluz), mi abuela Carmen (italiana), mi madre (hija de ambos), mi padre (asturiano), mis hermanos y yo.

Pero esta tarde, ha ocurrido algo muy especial (suelen ocurrirme estas cosas con bastante frecuencia y desde que nací); alguien que ya no se encuentra físicamente en este mundo, ha llenado mi salón con su perfume: una mezcla de rosas, jazmines y miel.

Al principio la fragancia me resultaba familiar, pero no podía recordar de quien era.

Cerré los ojos y el aroma fue mas intenso. Me dejé guiar, conducir... hacia el pasado. Y de repente me vi, en la habitación de Doña Cata.

Si algo me gustaba de aquel lugar, era el aroma de sus flores; los botones de su ropa y los herrajes de sus muebles, de vivos colores y formas curiosas que me despertaban ganas de jugar con ellos.

Doña Cata era una señora muy buena, no tenía hijos; sin embargo había adoptado espiritualmente a mi Tia Anita (hermana de mi abuela Carmen y también italiana) y al Tío Negro como hijos; y a mis primos Alberto y Ana María como nietos.

Doña Cata era muy generosa, y siempre nos endulzaba la visita que le hacíamos, con unos ricos caramelos de azúcar y frutos secos.

Así la recuerdo y así se me presentó esta tarde.

Cada vez que alguien desde el otro lado, me contacta; es para avisarme que una persona necesita ayuda, consuelo, alegría.

Todos, los que se han ido de mi familia, siempre vuelven, porque saben (me vieron crecer y fueron testigos de estas vivencias con otras almas) que puedo verlos, oírlos y olerlos... :-)

Abandoné aquel estado de reposo, busqué mi teléfono y llamé... a la Argentina.

Estaban esperando mi llamada, estaban esperando mi sorpresa como una respuesta del cielo. Transmití el mensaje y Doña Cata se despidió de mí, con una sonrisa. Su aroma también desapareció con ella.

Esta noche, alguien; además de mi, la tendrá en sus oraciones y le encenderá una velita blanca de agradecimiento.


Sinda Miranda


0 Ciudadanos del Mundo: